Es el tiempo de las semillas, y las araucarias apelan a múltiples recursos para asegurar que los piñones encuentren un lugar donde germinar.

Dentro del amplio abanico de atractivos que ofrece el circuito, le llamará la atención el compacto y casi solitario bosquecito de araucarias ubicado a la vera del camino a las Termas.

Las formas de diseminarse que utilizan las especies son variadas; el clásico ejemplo es la dispersión de las semillas por efecto del viento, pero también abrojos que se adhieren a las ropas del hombre o a la piel de los animales utilizan a éstos como vehículo para desplazarse.

La semilla de la araucaria se conoce como piñón, y se genera en las plantas femeninas. En marzo o mediados de abril, las ?pelotas? que las concentran caen desde gran altura, por su propio peso, y se abren dejando su carga en el suelo. Demasiado pesadas para ser arrastradas por el viento, las semillas se concentran alrededor de la planta madre, de allí que se observe gran cantidad de retoños debajo de los enormes ejemplares.

Los animales, como liebres y roedores, se encargan de trasladarlas cuando las comen, pero el principal dispersor de la semilla de araucaria es el hombre. Utilizada como alimento (en forma de harina, tostada, hervida o en almíbar) forma parte de la dieta de los pueblos originarios, especialmente por su alto contenido en hidratos de carbono, y su recolección anual determinó el nomadismo de éstos y su posterior asentamiento.

Seguramente, al encontrar un bosque de araucarias tan aislado de sus áreas de distribución natural, nos permite deducir que, cientos de años atrás, por aquí anduvo algún humano cargando las preciadas semillas obtenidas en Rucachoroy o Aluminé, y al dejar caer algunas generó lo que hoy Usted está disfrutando.