La modalidad clásica, para la cual Chapelco ofrece un marco natural único y una infraestructura de primer nivel. Definiéndolo técnicamente, consiste en el descenso por pendientes de nieve sobre pistas preparadas para ello y accesibles a telesillas o telecabinas, que permiten realizar un gran número de descensos durante la jornada.
Los esquís para personas adultas tienen una longitud de 150 a 220 cm. y una anchura de 7 a 12 cm. La longitud empleada está en función de la altura y peso del esquiador y también de su técnica.
Los bastones deben ser fuertes, livianos y de una longitud de 80 a 120 cm.
Las fijaciones automáticas que actualmente se emplean, están diseñadas para que se abran y liberen la bota cuando se produce cualquier tipo de torsión o movimiento que pudiera dañar la pierna del esquiador. Éstas deben ser reguladas en función de su peso y forma de esquiar. Los frenos incorporados en las fijaciones detienen el esquí una vez que la fijación automática lo ha liberado.
Las botas son de materiales plásticos con botines cálidos y confortables, bastante rígidas y altas, para impedir cualquier torsión lateral del tobillo y limitar su movimiento hacia delante o hacia atrás.
El esquí de montaña consiste en realizar recorridos combinando ascensiones con descensos por nieve virgen fuera de pistas. Se puede practicar en cualquier zona montañosa que permanezca nevada en alguna época del año.
Chapelco, con sus bosques de lengas y pendientes de cara al volcán Lanín, ofrece espacios naturales de incomparable belleza, que son toda una apelación a la aventura.
Recomendamos consultar al respecto de lugares habilitados para la práctica de esta modalidad.
Son similares a los de esquí alpino hasta el punto que pueden ser utilizados indistintamente. Más flexibilidad y normalmente la espátula (extremo delantero) más levantada. Estas características suponen una mayor facilidad de giro en nieves profundas (vírgenes) y comodidad y disminución del esfuerzo en las ascensiones.
Para la ascensión, en las suelas de los esquís se fijan las llamadas pieles de foca, que, provistas de un pelaje sintético convenientemente dispuesto, permiten desplazar el esquí hacia adelante, pero no hacia atrás, incluso en pendientes de gran inclinación cuando la nieve no está muy helada.
Las fijaciones actúan en el descenso como las de esquí alpino, fijando sólidamente la bota al esquí, con el automatismo que libera la bota en esfuerzos de tracción y torsión que pudieran dañar la pierna en las posibles caídas. Para la ascensión puede liberarse la fijación de la talonera (parte trasera de la fijación) lo que facilita grandemente la progresión.
Las botas de esquí de montaña son algo más flexibles y cuentan con dispositivos que facilitan el movimiento del tobillo al andar.
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